«Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por
Juan en el Jordán». Marcos 1.9
Durante aproximadamente treinta años Jesús ha estado creciendo ‘en sabiduría y en estatura, yen gracia para con Dios y los hombres’ (Lucas 2.52). Ahora, sin embargo, ha llegado elmomento de salir de la oscuridad del taller de carpintería hacia la vida pública.
El ministerio de Juan el Bautista había producido impacto. Entonces se encontró a sí mismo enel centro de una gran renovación espiritual. Las multitudes convergían hacia las riberas másbajas del río Jordán, tanto para escuchar su prédica de llamado al arrepentimiento como paraser bautizadas. El juicio era inminente, decía Juan, y los urgía a huir de la ira venidera. Quizásfue la noticia de este avivamiento lo que convenció a Jesús a dejar su hogar, su trabajo, susparientes, y sumarse a él. De todos modos, no nos sorprende que cuando Jesús se presentó
para ser bautizado por Juan, este se opuso. Ya había hablado acerca de Jesús como alguien
más poderoso que él, alguien de quien él no era digno de atar los cordones de las sandalias.Parecía mucho más apropiado que Jesús bautizara a Juan, y no que Juan bautizara a Jesús. PeroJesús insistió.
También parece extraño que Jesús hubiera pedido el bautismo. Porque el bautismo de Juan erapor arrepentimiento y perdón de los pecados, y Jesús no tenía pecado. Es posible que quisieraidentificarse con su pueblo, consciente de que llegaría un día en que cargaría sus pecados. Seacomo fuere, el bautismo de Juan fue una iniciación del proceso de purificar al remanente deIsrael.
Mientras Jesús emergía de las aguas bautismales, los cielos se abrieron, el Espíritu descendiósobre él en forma de paloma, y se oyó una voz que decía: ‘Este es mi Hijo … en quien tengocomplacencia’ (Mateo 3.17). Estas palabras unían dos textos del Antiguo Testamento. Por unlado, ‘Este es mi Hijo’ nos lleva a Salmos 2.7, donde el Señor declara que el rey davídicoserá su hijo. Por otro lado, ‘en quien tengo complacencia’ nos trae ecos de Isaías 42.1, dondeDios declaró que se complacía en su siervo. Así, Jesús fue declarado tanto Hijo como siervode Dios.
El bautismo de Jesús fue un bello momento trinitario, cuando el Padre expresó su
reconocimiento del Hijo y el Espíritu descendió sobre él. Este fue el envío de Jesús, en algún
modo paralelo al llamado de los profetas, autorizándolo y equipándolo para la misión.
JOHN STOTT