El Compañerismo Espiritual

Por: Jerry Bridges 

 (Tomado del libro, Haga Crecer Su Fe)

 El compañerismo espiritual no es una actividad social, pero sí es una relación de dos o más creyentes quienes desean ayudarse el uno al otro a crecer en Cristo. Dios nos ha creado para que seamos dependientes de él y los unos de los otros. 

Su afirmación de que: «No es bueno que el hombre esté solo» (Génesis 2:18) es un principio que no solamente habla a la relación de un matrimonio pero también a la necesidad de comunión espiritual entre los creyentes. Ninguno de nosotros tenemos recursos espirituales para «hacerlo solos» en nuestra vida cristiana. 

El compañerismo espiritual no es un lujo sino una necesidad vital para nuestro crecimiento espiritual y nuestra salud. 

El compañerismo bíblico abarca tanto el compartir juntos nuestra vida común en Cristo como el compartir uno con otro lo que Dios nos ha dado. Una de las cosas más importantes que podemos compartir el uno con el otro es la verdad espiritual que Dios nos está enseñando, la cual puede ser de gran ayuda a los compañeros creyentes. 

La Escritura contiene una cantidad de exhortaciones y ejemplos de este tema. Por ejemplo, Salomón dice en proverbios 27:17: «El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre » Es en el intercambio del uno con el otro que Dios nos está enseñando que nuestras mentes y corazones son animados y estimulados. Aprendemos el uno del otro así como juntos aprendemos de Dios.

Salomón escribiendo en Eclesiastés, dijo: «Más valen dos que uno, porque obtienen fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!» (Eclesiastés 4:9,10).

Salomón pretendía más que solamente una aplicación literal de estas verdades a situaciones físicas. En Su manera pintoresca, estaba enfatizando la importancia del compañerismo. Dos son mejores que uno; primero por el efecto de la sinergia: dos juntos pueden producir más que cada uno trabajando por su lado. Dos cristianos que comparten la Escritura juntos pueden aprender más que los dos estudiando individualmente.  Se estimulan el uno al otro. En segundo lugar, dos personas juntas pueden ayudarse mutuamente cuando caen o aún cuando están en peligro de caer. Una de las muchas ventajas del compañerismo es el mutuo advertirse o apoyarse el uno al otro al enfrentar la tentación o un ataque de Satanás. 

El autor de la carta a los Hebreos fue bastante enfático acerca de la importancia de este aspecto del compañerismo. En Hebreos 3:13 él dijo: «Más bien, mientras dure ese ‘hoy’, anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado «. Luego en Hebreos 10:24,25 él dijo:» preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran a hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca». Noten el énfasis en animarse el uno al otro a crecer en el amor y las buenas obras. Necesitamos ser guardados de la tentación y necesitamos ser estimulados cuando nuestro celo por los deberes cristianos disminuye. 

La amonestación de Hebreos 10: 24,25: «No dejemos de congregarnos», no se satisface meramente por asistir a la iglesia los domingos por la mañana, como muchos suponen. Sino que se satisface sólo cuando llevamos a cabo la instrucción de animarnos, ayudarnos o estimularnos unos a otros. Esto no puede hacerse sentado en el banco, fila tras fila, escuchando la predicación del pastor. Sólo se puede hacer a través del intercambio de la amonestación y del ánimo mutuo. Esto no disminuye la importancia del ministerio de la enseñanza de nuestros pastores. La Bíblia deja bien  claro que el ministerio de la enseñanza tiene un lugar vital en nuestra vida (ver, por ejemplo, Efesios 4:11,12; 1 Tesalonicenses 4:1; 1 Timoteo 5:17; 2 Timoteo 4:2).

Pero necesitamos tanto la enseñanza pública de nuestros pastores como el estímulo y la amonestación de unos a otros. Esto último es lo que parece ser la estocada principal de Hebreos 10:24,25.

Vemos, entonces, que la Biblia nos enseña la importancia del compañerismo espiritual y que la historia de la iglesia lo reafirma. Pero ¿Cómo podemos tener ese tipo de comunión espiritual de la cual nos enseña la Biblia?

Primero, el compañerismo espiritual unos con otros presupone compañerismo con Dios. Si no estamos teniendo comunión con Dios y aprendiendo de él, no tendremos nada que compartir con otros. Además, si no estamos aprendiendo directamente de Dios, no estaremos lo suficientemente alerta para aprender de otros. No podremos escuchar. 

Packer dice: «El compañerismo con Dios, entonces, es el origen de donde el compañerismo entre los cristianos es posible». El compañerismo con Dios es la base al igual que el objetivo de nuestro compañerismo unos con otros. 

Segundo, el compañerismo espiritual incluye responsabilidad y compromiso mutuos. Debemos comprometernos en ser fieles en reunirnos, ser honestos y abrirnos el uno con el otro, y mantener todo lo que compartimos en confidencia. Debemos asumir la responsabilidad de animar, amonestar y orar el uno por el otro. El compañerismo espiritual significa que debemos «cuidarnos» el uno al otro, sintiendo una responsabilidad mutua por el bienestar del otro. Esto no significa que transferimos la responsabilidad de nuestro andar cristiano a otra persona o que asumimos su responsabilidad, sino que nos ayudamos por medio del ánimo y la responsabilidad mutua.